En su desesperación por intentar cruzar a Estados Unidos, un centenar de migrantes, entre ellos ancianos, mujeres algunas con bebés en brazos y niños, cruzaron el río Bravo ayer por la mañana, hasta que una cerca de alambre con navajas les impidió el paso.
Los migrantes, la mayoría venezolanos, permanecieron cuatro horas entre las gélidas aguas, hasta que efectivos de la Guardia Nacional de Texas los llevaron a iniciar sus procesos de deportación.
Al entrar al Río Bravo, los extranjeros dejaron en la orilla mexicana sus pertenencias, incluidas ropas de invierno, y avanzaron caminando, nadando y en inflables hacia territorio estadunidense, donde se toparon con la alambrada.
Los uniformados comenzaron a ordenarles, la mayoría en inglés y algunos en español, que regresaran por el río hacia Matamoros limítrofe con Brownsville, Texas pero los migrantes se negaron.
Algunos extranjeros alcanzaron a tomar posiciones en el bordo del río, atrincherados contra y bajo el cercado sin poder avanzar, con rasguños en cara y cuerpo, pero decididos a quedarse.
La mayoría permaneció en el agua helada, escuchando una grabación en inglés y español que los exhortaba a regresar para buscar un puerto fronterizo y hacer su petición de asilo.
Los militares texanos resguardaron el perímetro, tomaron fotografías y empezaron a poner una segunda cerca movible para impedir cruces masivos.
Pasaron unas horas cuando algunos menores empezaron a mostrar signos de hipotermia, los elementos castrenses rompieron la cerca con herramientas y permitieron el paso del grupo a suelo texano.
Gladys Cañas, coordinadora de la agrupación Ayudándoles a Triunfar, señaló que los cruces masivos como el de ayer muestran la desesperación de los migrantes que ya no quieren permanecer en suelo mexicano. Tiene que ver con que se acerca el fin de año. Muchos ya tienen meses esperando en la frontera sus citas para abrir trámites de asilo y no ven claro. Están tomando decisiones tan malas como esta, ya que de nada sirve que crucen así, sólo los van a procesar y deportar, a algunos hasta aquí, pero a otros con vuelos directos hacia su país, expuso.
La activista apuntó que en el campamento a cielo abierto instalado en Matamoros, en el bordo del río Bravo, sólo permanece una minoría, pues gran parte aceptaron ser trasladados al nuevo refugio habilitado en el viejo hospital de la ciudad, en la colonia Lucero.
Ya son menos los que están en el bordo pero, son los más desesperados. No les llega su cita y deciden esto, que no les ayuda a nada y los aleja de la posibilidad de obtener el asilo, aseguró.
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